lunes, 9 de enero de 2017

ENSAYO SOBRE LA MORALIDAD DEL GENIO

ENSAYO SOBRE LA MORALIDAD  DEL GENIO
Stalin Rivera Flores

INTRODUCCIÓN
El tratamiento del genio como tema filosófico  conlleva un riesgo inherente de superficialidad en un doble sentido: Por un lado el pensador puede subsumirse a  la superficialidad con la que el vulgo, más menos, cree comprender el concepto. Empero, se trata de una visión rasa que intenta vislumbrar un terreno escarpado, por lo que, a su conveniencia, definen al genio no por lo que hay en ellos de común sino más bien por un sentido de auto-empequeñecimiento, un sentido estético (todo sentido estético  es en el fondo un sentido de comparación). De esta forma estos espíritus sumisos comparando su entorno con ellos mismos encuentran el genio  en aquellas capacidades que los supera y en este punto surge  la confusión en el ingenio y el genio. Se llega a la aceptación del genio como la justificación del auto-empequeñecimiento  frente a las capacidades ante las cuales se ven superados. Este paso hacia lo vulgar significa también una vulgarización del genio que bajo este cariz se convierte en ingenio. En consecuencia, el pensador que pretenda abordar filosóficamente el genio deberá atender  este particular y derruir ese riesgo.
El otro riesgo al que tendrá que hacer frente el pensador corresponde a una superficialidad interna. Que desata sobre la figura del genio toda clase  de literatura axiomática y llena de adagios, pues, a pesar que en este fuero la figura del genio no se vulgariza, su tratamiento no llega a traspasar el pre clave de la alabanza. Y en este sentido se considera que no se puede hablar del genio sino es alabándolo, la admiración interna del pensador lo obliga a penetrar en el genio con una voluntad de exaltación de una capacidad extraordinaria, olvidando el horizonte del genio en su integralidad.
Estos riesgos de superficialidad constituyen las condiciones a partir de la cuales se ha de plantear un tratamiento filosófico del genio. Para ello será menester tomar el análisis de  Juan Montalvo, como medida para subsanar el primero de ellos.  El pensador ecuatoriano disipa todo embrollo entre el genio y el ingenio. En su tratado expone con agudeza al servicio de la prosa todas las formas en que se entiende al genio, utilizando ejemplos para cada uno de sus géneros. Frente al segundo riesgo será necesario desentrañar la moralidad  del genio como medida blindante contra la voluntad embelesadora proyectada en los grandes tomos. En consecuencia, se hará patente el pensamiento de Dostoievski que por boca de Rodion Romanovich Raskolnikov presenta la teoría de la moralidad de los hombres superiores o genios, en donde aquello entendido como causa y consecuencia, es decir, el crimen y el castigo, encuentran divergencia con respecto aquellos inferiores.
 En conclusión, este corto ensayo se encamina en la búsqueda del genio a través de pensamientos filosóficos escondidos en la literatura, tomando a Montalvo y a Dostoievski, y ciñendo la mira hacia la actitud filosófica se pretende esbozar una teoría del genio a través del estudio de su moralidad.
EL GENIO Y SU MORALIDAD
El genio se entiende de muchas maneras y todas estas formas encuentran su correlato en personajes que lo ostentan. Tal parece ser la premisa para el escrutinio que utiliza Montalvo (1947) en su análisis del genio; comenzando por una comparación entre la entelequia griega y el actual genio. Su ambigüedad termina por revelar tres formas de entender el genio, que según palabras del susodicho autor son:
“Genio, espíritu misterioso, aparición sobrenatural que anuncia su destino a los varones extraordinarios. Genio, índole, disposición de la persona que la tiene ojo avizor a la alegría o la tristeza, la mansedumbre o la ira. (…)Genio, ahora, es aptitud para una cosa, ciencia o arte; aptitud declarada y pungente, digamos así, que de manera incontrastable le impulsa a uno a tal estudio o tal práctica en los cuales hará descubrimientos o concluirá obras perfectas” 45 (pág. 45)

El sentido del genio objeto del análisis filosófico es el que se refiere a la actitud extraordinaria para descubrir o crear. Quedan entonces rechazadas las otras connotaciones del genio, tanto su identificación con el destino a través de una alianza con lo sobrenatural reservado a los hombres extraordinarios, como aquella que se refiere a lo que la psicología llamaría carácter o temperamento, significan apreciaciones parciales y no significativas para el análisis filosófico.
Sin embargo, a la aceptación del genio como actitud declarada y pungente le asalta de inmediato el riesgo de la vulgaridad, es decir, su determinación en razón de un auto-empequeñecimiento. Montalvo consiente de esta barrera se encarga de diferenciar el genio de su vulgarización, llamando al último ingenio.  Y refiriéndose a esta diferenciación ha expresado:
El ingenio puede ser modesto, humilde, y hasta bajo: el genio es sublime, siempre sublime; y sublimidad no existe sin grandioso atrevimiento, fuerza incontrastable, ímpetu irresistible. El ingenio es juicioso, tímido muchas veces: su vuelo no traslimita el espacio de una apocada sensatez: el genio se agita en una como demencia celestial (…) El genio, puesto sobre su trípode, levanta la frente al cielo, sacude la melena, devora el espacio con la vista y exclama: Veni, creator spiritus (Montalvo, 1947, pág. 53)

En definitiva,  “Ingenio no es sino inteligencia aguda” (Montalvo, 1947, pág. 55),  en tanto que “genio es facultad múltiple, compuesta de facultades muchas y muy grandes”. (Montalvo, 1947, pág. 55). Sin embargo, a pesar de superar el riesgo de la vulgaridad, Montalvo, en su fuero interno, atendiendo a sus propias inclinaciones, deja el análisis del genio en la adulación a su figura sin llegar a develar la verdadera naturaleza del genio. El genio debe ser visto bajo la diversidad que presenta un terreno escarpado, en el que habitan una serie de expositores de humanidad. Esta idea se encuentra presente en Montalvo (1947), quien con justa razón arguye:

El poeta de nacimiento tiene genio para la poesía humano. Genio para la guerra, genio para las ciencias, genio para las artes, de todo hay en el mundo: las obras de estos individuos, cada una en su departamento, son perfectas, por cuanto sus facultades, tirando todas a un centro, vienen a componer una muy grande y fuerte, de la cual resultan las obras maestras en todos los ramos de la habilidad y el saber humano. (pág. 60)
Ahora  bien, ese centro al que las acciones del genio en su diversidad  tienden no pueden ser analizadas en la adulación inocua, por ello, es necesario confrontar al genio lejos de esta pretensión. En este punto es menester cuestionar la moralidad del genio por ser este un campo no  transigible, es decir, el genio no se puede distinguir por un sentido de moralidad, o lo que es lo mismo, no hay genio por moralidad. Quien mejor ha presentado esta confrontación ha sido Raskolnikov (Personaje principal de Crimen y Castigo) al plantear el derecho a la criminalidad de los hombres superiores y en este sentido se ha expresado:
Lo que yo insinué fue tan sólo que el hombre extraordinario tiene el derecho..., no el derecho legal, naturalmente, sino el derecho moral..., de permitir a su conciencia franquear ciertos obstáculos en el caso de que así lo exija la realización de sus ideas, tal vez beneficiosas para toda la humanidad... Dice usted que esta parte de mi artículo adolece de falta de claridad. Se la voy a explicar lo mejor que pueda. Me parece que es esto lo que usted desea, ¿no? Bien, vamos a ello. En mi opinión, si los descubrimientos de Képler y Newton, por una circunstancia o por otra, no hubieran podido llegar a la humanidad sino mediante el sacrificio de una, o cien, o más vidas humanas que fueran un obstáculo para ello, Newton habría tenido el derecho, e incluso el deber, de sacrificar esas vidas, a fin de facilitar la difusión de sus descubrimientos por todo el mundo. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que Newton tuviera derecho a asesinar a quien se le antojara o a cometer toda clase de robos. (Dostoivski, 2010, pág. 330)
Esta insinuación  enjuicia la moralidad del genio en la consecución de sus fines, media en ello el camino hacia su telos. Este camino recorrido  por aquel que “empuja al universo para conducirlo hacia sus fines” (Dostoivski, 2010, pág. 331), significa libertad absoluta y por lo tanto falta de moralidad. Si la consecución del genio lo lleva indefectiblemente hacia la creación o el descubrimiento de lo más excelso de lo humano es necesario reconocer en este acto la absoluta libertad. La condición de lo nuevo debe ser el desarraigo de todo esquema existente, verbigracia: Un genio pintor al crear su arte presenta en su obra una ruptura con las formas, técnicas o perspectivas con las que hasta ese momento se habían utilizado; o bien eleva las existentes hacia la perfección. Y en este sentido, si falta de  libertad significa sujeción a algo, el artista que crea lo nuevo  debe necesariamente liberarse de todo condicionamiento para ser capaz de crear o perfeccionar. Bajo esta condición emancipadora también se sitúa la moral, pues, lo absolutamente libre también significa libertad frente a la propia moralidad. Además lo nuevo no posee aun ningún tipo de moralidad, esto es, juicios que formulen su valor como bueno o malo.
La moralidad no es un ejercicio individual sino que se encuentra supeditada a la colectividad, como agente que establece los juicios y los valores que califican a un determinado acto como bueno o malo. En ese sentido el juicio moral sobre la obra de un genio no la da el propio genio, sino que este es posterior; incluso este puede variar en las diferentes épocas. Así por ejemplo, puede haber obras que de acuerdo a la coyuntura moral de una época sean consideradas inmorales y sin embargo, en un futuro ya no lo sean.  Tal es el planteamiento de la moralidad del genio que devela su condición de libertad absoluta.
En consecuencia, es posible constatar que la característica fundamental del genio, lejos de la voluntad de exaltación y de alabanza es su condición de libertad absoluta la que determina su capacidad de creación o descubrimiento.
CONCLUSIÓN
A lo largo de este corto ensayo se ha superado los dos riesgos de superficialidad que el pensador, al tratar el tema del genio, debe enfrentar. Para ello, han sido de gran utilidad las reflexiones tanto de Montalvo como de Dostoievski, que ocultas en la literatura han develado como la condición del genio la constituye la libertad absoluta.  Lejos de la pretensión de mostrar un análisis completo de la moralidad del genio, se la ha tomado como una herramienta para el develamiento de su condición fundamental, identificada como  libertad absoluta.
Ahora bien, las líneas que constituyen este ensayo deben ser consideradas como un planteamiento que a través del principio de libertad absoluta busca situar y definir las condiciones de la genialidad. Sin embargo, se antepone la premisa que juzga como imposible la circunscripción del genio a una reflexión que lo devele por completo, precisamente por su condición de libertad absoluta. En consecuencia, basta con definir este principio y entender al genio a través de él. Y en este punto cualquier tipo de profundización se la deberá hacer desde la particularidad, de manera que solo es posible ahondar en la genialidad desde la perspectiva sobre un genio en concreto. Tales son las razones y los límites del presente ensayo.

Bibliografía

Dostoivski. (2010). Crimen y castigo. Barcelona: Folio .
Montalvo, J. (1947). siete tratados. Mexico DF: Enciclopedia popular.

  



1 comentario:

  1. ANA VANESSA RUIZ CALERO ES GENIO DE LA LIBERTAD CON DERECHO PROPIO DE LEY Y PRINCIPIO DE PROYECTO DE DEFINIR LO BUENO Y LO MALO PARA BIEN DE TODO.GRACIAS ES TODO EN HONOR A LA VERDAD.

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