ENSAYO SOBRE LA MORALIDAD DEL GENIO
Stalin Rivera Flores
INTRODUCCIÓN
El
tratamiento del genio como tema filosófico
conlleva un riesgo inherente de superficialidad en un doble sentido: Por
un lado el pensador puede subsumirse a la superficialidad con la que el vulgo, más
menos, cree comprender el concepto. Empero, se trata de una visión rasa que
intenta vislumbrar un terreno escarpado, por lo que, a su conveniencia, definen
al genio no por lo que hay en ellos de común sino más bien por un sentido de
auto-empequeñecimiento, un sentido estético (todo sentido estético es en el fondo un sentido de comparación). De
esta forma estos espíritus sumisos comparando su entorno con ellos mismos
encuentran el genio en aquellas
capacidades que los supera y en este punto surge la confusión en el ingenio y el genio. Se
llega a la aceptación del genio como la justificación del
auto-empequeñecimiento frente a las
capacidades ante las cuales se ven superados. Este paso hacia lo vulgar
significa también una vulgarización del genio que bajo este cariz se convierte
en ingenio. En consecuencia, el pensador que pretenda abordar filosóficamente
el genio deberá atender este particular
y derruir ese riesgo.
El
otro riesgo al que tendrá que hacer frente el pensador corresponde a una
superficialidad interna. Que desata sobre la figura del genio toda clase de literatura axiomática y llena de adagios,
pues, a pesar que en este fuero la figura del genio no se vulgariza, su
tratamiento no llega a traspasar el pre clave de la alabanza. Y en este sentido
se considera que no se puede hablar del genio sino es alabándolo, la admiración
interna del pensador lo obliga a penetrar en el genio con una voluntad de
exaltación de una capacidad extraordinaria, olvidando el horizonte del genio en
su integralidad.
Estos
riesgos de superficialidad constituyen las condiciones a partir de la cuales se
ha de plantear un tratamiento filosófico del genio. Para ello será menester
tomar el análisis de Juan Montalvo, como
medida para subsanar el primero de ellos.
El pensador ecuatoriano disipa todo embrollo entre el genio y el
ingenio. En su tratado expone con agudeza al servicio de la prosa todas las
formas en que se entiende al genio, utilizando ejemplos para cada uno de sus
géneros. Frente al segundo riesgo será necesario desentrañar la moralidad del genio como medida blindante contra la
voluntad embelesadora proyectada en los grandes tomos. En consecuencia, se hará
patente el pensamiento de Dostoievski que por boca de Rodion Romanovich
Raskolnikov presenta la teoría de la moralidad de los hombres superiores o
genios, en donde aquello entendido como causa y consecuencia, es decir, el
crimen y el castigo, encuentran divergencia con respecto aquellos inferiores.
En conclusión, este corto ensayo se encamina
en la búsqueda del genio a través de pensamientos filosóficos escondidos en la
literatura, tomando a Montalvo y a Dostoievski, y ciñendo la mira hacia la
actitud filosófica se pretende esbozar una teoría del genio a través del
estudio de su moralidad.
EL GENIO Y SU MORALIDAD
El
genio se entiende de muchas maneras y todas estas formas encuentran su
correlato en personajes que lo ostentan. Tal parece ser la premisa para el
escrutinio que utiliza Montalvo (1947) en su análisis del genio; comenzando por
una comparación entre la entelequia griega y el actual genio. Su ambigüedad
termina por revelar tres formas de entender el genio, que según palabras del
susodicho autor son:
“Genio, espíritu misterioso, aparición sobrenatural
que anuncia su destino a los varones extraordinarios. Genio, índole,
disposición de la persona que la tiene ojo avizor a la alegría o la tristeza,
la mansedumbre o la ira. (…)Genio, ahora, es aptitud para una cosa, ciencia o arte;
aptitud declarada y pungente, digamos así, que de manera incontrastable le
impulsa a uno a tal estudio o tal práctica en los cuales hará descubrimientos o
concluirá obras perfectas” 45 (pág. 45)
El sentido del genio objeto del análisis filosófico
es el que se refiere a la actitud extraordinaria para descubrir o crear. Quedan
entonces rechazadas las otras connotaciones del genio, tanto su identificación
con el destino a través de una alianza con lo sobrenatural reservado a los
hombres extraordinarios, como aquella que se refiere a lo que la psicología
llamaría carácter o temperamento, significan apreciaciones parciales y no
significativas para el análisis filosófico.
Sin embargo, a la aceptación del genio como actitud
declarada y pungente le asalta de inmediato el riesgo de la vulgaridad, es
decir, su determinación en razón de un auto-empequeñecimiento. Montalvo consiente
de esta barrera se encarga de diferenciar el genio de su vulgarización,
llamando al último ingenio. Y
refiriéndose a esta diferenciación ha expresado:
El ingenio puede ser modesto, humilde, y hasta bajo:
el genio es sublime, siempre sublime; y sublimidad no existe sin grandioso
atrevimiento, fuerza incontrastable, ímpetu irresistible. El ingenio es
juicioso, tímido muchas veces: su vuelo no traslimita el espacio de una apocada
sensatez: el genio se agita en una como demencia celestial (…) El genio, puesto
sobre su trípode, levanta la frente al cielo, sacude la melena, devora el
espacio con la vista y exclama: Veni, creator spiritus” (Montalvo, 1947, pág. 53)
En definitiva, “Ingenio no es sino inteligencia aguda” (Montalvo,
1947, pág. 55) , en tanto que “genio es facultad múltiple, compuesta
de facultades muchas y muy grandes”. (Montalvo, 1947, pág. 55) . Sin embargo, a
pesar de superar el riesgo de la vulgaridad, Montalvo, en su fuero interno,
atendiendo a sus propias inclinaciones, deja el análisis del genio en la
adulación a su figura sin llegar a develar la verdadera naturaleza del genio.
El genio debe ser visto bajo la diversidad que presenta un terreno escarpado,
en el que habitan una serie de expositores de humanidad. Esta idea se encuentra
presente en Montalvo (1947), quien con justa razón arguye:
El poeta de nacimiento tiene
genio para la poesía humano. Genio para la guerra, genio para las ciencias,
genio para las artes, de todo hay en el mundo: las obras de estos individuos,
cada una en su departamento, son perfectas, por cuanto sus facultades, tirando
todas a un centro, vienen a componer una muy grande y fuerte, de la cual
resultan las obras maestras en todos los ramos de la habilidad y el saber humano. (pág. 60)
Ahora bien, ese centro al que las acciones del
genio en su diversidad tienden no pueden
ser analizadas en la adulación inocua, por ello, es necesario confrontar al
genio lejos de esta pretensión. En este punto es menester cuestionar la
moralidad del genio por ser este un campo no
transigible, es decir, el genio no se puede distinguir por un sentido de
moralidad, o lo que es lo mismo, no hay genio por moralidad. Quien mejor ha
presentado esta confrontación ha sido Raskolnikov (Personaje principal de Crimen
y Castigo) al plantear el derecho a la criminalidad de los hombres superiores y
en este sentido se ha expresado:
Lo que yo insinué fue tan sólo
que el hombre extraordinario tiene el derecho..., no el derecho legal,
naturalmente, sino el derecho moral..., de permitir a su conciencia franquear
ciertos obstáculos en el caso de que así lo exija la realización de sus ideas,
tal vez beneficiosas para toda la humanidad... Dice usted que esta parte de mi
artículo adolece de falta de claridad. Se la voy a explicar lo mejor que pueda.
Me parece que es esto lo que usted desea, ¿no? Bien, vamos a ello. En mi
opinión, si los descubrimientos de Képler y Newton, por una circunstancia o por
otra, no hubieran podido llegar a la humanidad sino mediante el sacrificio de
una, o cien, o más vidas humanas que fueran un obstáculo para ello, Newton
habría tenido el derecho, e incluso el deber, de sacrificar esas vidas, a fin
de facilitar la difusión de sus descubrimientos por todo el mundo. Esto no
quiere decir, ni mucho menos, que Newton tuviera derecho a asesinar a quien se
le antojara o a cometer toda clase de robos. (Dostoivski, 2010, pág. 330)
Esta
insinuación enjuicia la moralidad del
genio en la consecución de sus fines, media en ello el camino hacia su telos.
Este camino recorrido por aquel que “empuja
al universo para conducirlo hacia sus fines” (Dostoivski, 2010, pág. 331) , significa libertad
absoluta y por lo tanto falta de moralidad. Si la consecución del genio lo
lleva indefectiblemente hacia la creación o el descubrimiento de lo más excelso
de lo humano es necesario reconocer en este acto la absoluta libertad. La
condición de lo nuevo debe ser el desarraigo de todo esquema existente, verbigracia:
Un genio pintor al crear su arte presenta en su obra una ruptura con las
formas, técnicas o perspectivas con las que hasta ese momento se habían
utilizado; o bien eleva las existentes hacia la perfección. Y en este sentido,
si falta de libertad significa sujeción
a algo, el artista que crea lo nuevo
debe necesariamente liberarse de todo condicionamiento para ser capaz de
crear o perfeccionar. Bajo esta condición emancipadora también se sitúa la
moral, pues, lo absolutamente libre también significa libertad frente a la
propia moralidad. Además lo nuevo no posee aun ningún tipo de moralidad, esto
es, juicios que formulen su valor como bueno o malo.
La
moralidad no es un ejercicio individual sino que se encuentra supeditada a la
colectividad, como agente que establece los juicios y los valores que califican
a un determinado acto como bueno o malo. En ese sentido el juicio moral sobre
la obra de un genio no la da el propio genio, sino que este es posterior;
incluso este puede variar en las diferentes épocas. Así por ejemplo, puede
haber obras que de acuerdo a la coyuntura moral de una época sean consideradas
inmorales y sin embargo, en un futuro ya no lo sean. Tal es el planteamiento de la moralidad del
genio que devela su condición de libertad absoluta.
En
consecuencia, es posible constatar que la característica fundamental del genio,
lejos de la voluntad de exaltación y de alabanza es su condición de libertad
absoluta la que determina su capacidad de creación o descubrimiento.
CONCLUSIÓN
A
lo largo de este corto ensayo se ha superado los dos riesgos de superficialidad
que el pensador, al tratar el tema del genio, debe enfrentar. Para ello, han
sido de gran utilidad las reflexiones tanto de Montalvo como de Dostoievski,
que ocultas en la literatura han develado como la condición del genio la
constituye la libertad absoluta. Lejos
de la pretensión de mostrar un análisis completo de la moralidad del genio, se
la ha tomado como una herramienta para el develamiento de su condición fundamental,
identificada como libertad absoluta.
Ahora
bien, las líneas que constituyen este ensayo deben ser consideradas como un
planteamiento que a través del principio de libertad absoluta busca situar y
definir las condiciones de la genialidad. Sin embargo, se antepone la premisa
que juzga como imposible la circunscripción del genio a una reflexión que lo
devele por completo, precisamente por su condición de libertad absoluta. En
consecuencia, basta con definir este principio y entender al genio a través de
él. Y en este punto cualquier tipo de profundización se la deberá hacer desde
la particularidad, de manera que solo es posible ahondar en la genialidad desde
la perspectiva sobre un genio en concreto. Tales son las razones y los límites
del presente ensayo.
Bibliografía
Dostoivski. (2010). Crimen y castigo. Barcelona:
Folio .
Montalvo, J. (1947). siete
tratados. Mexico DF: Enciclopedia popular.
ANA VANESSA RUIZ CALERO ES GENIO DE LA LIBERTAD CON DERECHO PROPIO DE LEY Y PRINCIPIO DE PROYECTO DE DEFINIR LO BUENO Y LO MALO PARA BIEN DE TODO.GRACIAS ES TODO EN HONOR A LA VERDAD.
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